Prioridad en nuestro gasto: billones
para TV en vez de Sanidad
Hoy echaron
más cuentas y añaden: “El gasto de las televisiones autonómicas podría
financiar la deuda del sistema sanitario”. Pues eso, salud!
PGP
"
La vergüenza de las televisiones públicas *
Bien nos lo dijo José Hernández en sus muy
inteligentes Consejos de Martín Fierro: “Si la vergüenza se pierde, jamás
se vuelve a encontrar”. Ése es el problema de la creciente y disparatada red de
televisiones públicas que tenemos en España. Primero perdieron el oremus
en lo que afecta a sus contenidos y programas y, no contentas, se han
desvergonzado en el más absoluto y doloso de los despilfarros. Así es desde hace
veinte años, cuando a más de los canales de TVE sólo existían los autonómicos
—también del Estado— catalanes y vascos. Ahora, ya en vísperas de completar el
mapa de la insensatez con la incorporación de las televisiones de Asturias,
Aragón, Extremadura y Murcia, el problema adquiere dimensiones de catástrofe y,
lo que es peor, ni tan siquiera suenan las campanas del escándalo ante tan
costoso fenómeno. El diario ABC publicaba ayer, sobre esto, un
interesante trabajo de Juan Francisco Alonso. El colega, después de revisar los
correspondientes Presupuestos públicos, llega a una espeluznante conclusión: “El
gasto de las televisiones autonómicas podría financiar la deuda del sistema
sanitario”. A eso hemos llegado.
El Ente publico RTVE, él solito, tiene ya una deuda
acumulada de 7.500 millones de euros [Nota de Re(d)eS= ¡un billón doscientos cincuenta mil
millones de pesetas, esto es, lo mismo que costarían la suma
anual de dos millones de Subsidios de Paro más para los desempleados
que hoy no lo están cobrando, por ejemplo, ...o una elevación -hasta las 'pensionres mínimas individuales"-
para otros dos millones de personas jubiladas que hoy sólo perciben "con cargo a
su cónyuge" complementos miserables!] y, además de competir
deslealmente en el mercado publicitario con las televisiones privadas
existentes, disfruta de una subvención pública que el próximo año superará los
600 millones de euros. Las televisiones autonómicas no le van a la zaga. Este
año nos costarán, además de las ayudas encubiertas que diseñan los gobiernos que
las controlan, más de 1.200 millones de euros.
Debe añadirse a la consideración, para abundar en la
esencia de un mal tan costoso como perverso, que no pueden establecerse grandes
diferencias de conducta entre unas televisiones y las otras. Las tenemos
controladas por el PSOE, por el PP, por el tripartito catalán, por el bipartito
gallego y por el PNV, que en el País Vasco se produce una versión laica del
misterio de la trinidad, y, ni aun siendo fino en la observación, se encuentran
entre ellas grandes matices diferenciales. Todas, con mínimas diferencias de
intensidad, se consagran al culto del poder dominante en su jurisdicción y,
arrebatadas en la absurda guerra de las audiencias, producen programas
chabacanos, rastreros e indeseables, que, de quedar reservas de vergüenza en los
adentros de sus responsables políticos, ya estarían cerradas a cal y canto.
Con todo, puede discutirse hasta el aburrimiento
sobre la adecuación de sus contenidos a lo que se espera que sea un “servicio
público”, pero debe ser instantáneo el rechazo tras la contemplación de sus
cuentas. El acierto de Juan Francisco Alonso en su buen trabajo de ABC
radica, precisamente, en la comparación. Cuando todos andamos asustados por el
déficit de la Sanidad resulta que, ¡zas!, bastaría con suprimir la bazofia
intelectual que, con muy pocas excepciones, nos suministran las teles públicas y
ya cuadrarían las cuentas, éstas sí que fundamentales, del organismo encargado
de defender nuestra salud.
Dado el consenso existente entre las cumbres de los
partidos políticos para mantener, sin grandes modificaciones, el estatus actual
de la televisión pública, a los ciudadanos/espectadores sólo nos queda el
derecho al pataleo y, para mayor desesperación, muy limitado porque no
encontraría cauce para su expresión en esas televisiones que nos cuestan un
congo y no valen la energía eléctrica que consumen.
La televisión pública en España, una gran vergüenza, es la gran
evidencia de la degeneración democrática que, impulsada por el vigente sistema
electoral, nos ha convertido en una partitocracia central con satélites
centrífugos."
* (MMF, ED-051205) |